viernes, 2 de abril de 2010

NORMALIDAD

Medellín, martes 23 de febrero de 2010
LA NORMALIDAD
Por: Claudia Fernanda Vásquez Arango
En la clase pasada trabajamos el tema de normalidad a partir de uno de los conceptos que la fundamenta, la realidad. Convenimos que la realidad es una construcción, como construcción involucra aspectos de diferentes ordenes, así el mundo físico, social e individual, entre otros son simbolizados por las sociedades y los individuos. Bien, con este corto recorrido emprenden ustedes la tarea de articular los conceptos de normalidad/anormalidad a la película el secreto de sus ojos. Al finalizar la clase una de ustedes se acerca y me pregunta: ¿Qué es entonces, la normalidad? Le doy una explicación que no la deja plenamente satisfecha y salé con tantas o más inquietudes de las que traía. Eso es interesante, por lo menos una, probablemente más han abierto las puertas de la interrogación, es decir, están en una fase de producción.
Me alegró en definitiva, no obstante, me trazo también la cuestión y el texto a continuación es el producto de mi reflexión:
La normalidad es, entre tantos otros, uno de los conceptos que fundamenta la psicopatología y las nosologías que tienen como objeto describir conductas, procesos o eventos que desbordan la comprensión en tanto se salen de los parámetros establecidos.
Una manera de abordar el asunto de la normalidad, anormalidad es la Campana de Gauss, esta campana es una gráfica  que permite focalizar la distribución de una variable, en la gráfica a continuación la franja -Ʊ y Ʊ nos muestra el margen de normalidad. Los individuos que estén en ese vector según esta teoría son “normales“ y todos los que salgan de allí no lo son, ya sea por exceso o por defecto. Este esquema matemático que ofrece alternativas objetivas para establecer lo “normal”, presenta sin embargo dificultades operativas, pues se plantea la pregunta de si efectivamente aquellos que hacen parte de -Ʊ y Ʊ son “normales” por el simple hecho de pertenecer a la mayoría y aquellos que no están son “anormales”.
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Pensemos en un caso concreto: en nuestro país se ha encontrado que el consumo de licor es altamente prevalente en hombres tanto jóvenes como adultos ¿Quiere esto decir, que los hombres que no consumen licor son “anormales”? Digamos que la respuesta es no, concluimos que la campana de Gauss nos proporciona información sobre las prevalencias, sin embargo no nos saca del escollo que representa el concepto de normalidad.
Nos planteamos entonces que, para definir la normalidad es ineludible tener en cuenta el consenso social, es decir, si una conducta, por ejemplo, es aceptada socialmente aunque no necesariamente haga parte del vector -Ʊ y Ʊ entonces es normal. Esta segunda hipótesis nos proporciona nuevos elementos para analizar nuestro ejemplo: aquellos individuos que están por fuera de -Ʊ y Ʊ pueden ser normales puesto que es aceptado socialmente no consumir licor, pero nos fuerza a virar la mirada hacia la franja -Ʊ y Ʊ (los consumidores) y diremos según esta explicación que los consumidores están en la franja de normalidad porque son la mayoría y están también en una franja de normalidad porque en nuestro medio es aceptado socialmente el consumo de licor.
Vemos que el razonamiento es lógico, pero nosotros estamos permeados de una conceptualización de salud que dice que el consumo de licor tiene efectos negativos en el cuerpo y en la psique, por tanto es una categoría psicopatologizada y no es raro que desde nuestras disciplinas hagamos juicios morales sustentados en la ciencia y nombremos esa conducta como anormal, pero ¿Es ese nuestro objetivo como terapeutas? Yo pienso que no, que podemos continuar aún con nuestros razonamientos y plantearnos otros elementos a tener en cuenta y son los efecto de la conducta en el individuo. En este caso nos preguntaríamos si el consumo de licor tiene efectos negativos en alguno o algunos de los individuos en la salud física, en la visión del mundo, en la relación que establece con los otros y si deriva o es producto de un malestar psicológico.
Teniendo toda esta información ¿podemos decir que uno o varios de estos individuos son normales o anormales? Yo sigo pensando que no, que nuestro lugar no es de jueces, si bien el ejercicio de nuestras disciplinas nos conceden un poder considero que éste necesariamente debe ser atravesado por la ética, que nuestro lugar no es otro que acompañar al paciente en su paso por la existencia y nuestros propios juicios poco aportan en esa vía, que el estudio de la normalidad/anormalidad en nuestro caso no es más que un mecanismo didáctico que nos puede posibilitar la reflexión toda vez que estemos dispuestos a preguntarnos. De otra manera es solo un sesgo que nos ciega la mirada, nos tapona los oídos y nos cierra el entendimiento.

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